Llamamos revelaciones o descubrimientos al hecho que, en un momento dado -cómo cuando la tiza que ayer todavía estaba mojada y de golpe por la mañana se ha secado-, se nos hace patente y evidente que hemos tomado conciencia de alguna nueva comprensión. Nos damos cuenta que aquello que entendíamos, ahora lo comprendemos con más profundidad con más clarividencia. Cuando experimentamos una revelación o descubrimiento nos sentimos felices por el progreso que sentimos en nosotros y también por la nueva perspectiva que ya intuimos. Es muy parecido, de hecho, a cuando de pequeños hacemos los primeros adelantos en el descubrimiento de los límites. ¿Verdad que de repente un día entiendes perfectamente para qué servía un conocimiento adquirido de pequeño? Pues, esto es una revelación. Las revelaciones y los descubrimientos son pasos que vamos haciendo en el aprendizaje. Por encima de todo, nos indican que vamos muy encaminados, que estamos creciendo y que este crecimiento lo vayamos integrante.
Ellas mismas eligen el momento adecuado para aparecer, para hacerse evidentes. Y es siempre el mejor momento para cada uno de nosotros. Nunca es casual.

¿Podemos hacer algo para tener más revelaciones o descubrimientos?

No directamente, sí con nuestro trabajo constante. Y es que cuanto más constancia en el autoconocimiento, más oportunidades llegarán a nosotros. También, además de constancia, más «preparados» estarán los mecanismos de integración del conocimiento adquirido.
Los caminos neuronales del cerebro están más experimentados por las personas perseverantes.
Es como la suerte. Tenemos más suerte si trabajamos más. La suerte es directamente proporcional a la implicación, a una implicación sin exigencia. A la implicación preferente. Las revelaciones o descubrimientos nos avisan que el nuevo conocimiento es coherente respeto los valores, la educación y la moralidad adquirida anteriormente y que nos enriquece para superarnos. Así pues, cuando tengo la primera revelación o descubrimiento, vendrán otras en el momento más adecuado y de manera sutil. Son silenciosas como las esencias y discretas como las almas que ayudan a crecer. Serán nuevas experiencias o nos ayudarán a profundizar en las anteriores, pero siempre existirán. Nos sentimos pletóricos al percibir una revelación o descubrimiento, llenos de alegría interna, de satisfacción por el camino emprendido y entusiasmados de percibir que empezamos a entender de qué va esto de la vida. Una revelación revela al revelado.

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