La envidia, en su continuo estado de alerta y comparación con otros, con todos, no quiere sólo lo que tú tienes, quiere que tú no lo tengas……., en espera de así, en alguna ocasión, salir bien parado de sus neuróticas comparaciones.
Al fijarse tanto comparativamente con los otros, siempre se ve peor, menos feliz, menos válido.
y para compensarlo en su seno, busca excusas para paliar su profundo dolor emocional, diciéndose que son los otros que no lo entienden, que uno es de un tipo especial….,
El insufrible sufrimiento que procura la envidia se aleja de la realidad creando uno de insinceridad, de imaginación alrededor de ideas desacertadas de derechos otorgados por un mismo…
y justificados en que la vida, al dotarlo de tan poca autoestima, lo ha tratado mal y le debe una, le debe el poder de algún día, humillar todos aquellos que han rechazado el comportamiento envidioso.
La envidia es una clara declaración de inferioridad.
Quien lo siente le da vergüenza, y esta misma vergüenza, le hace envidiar nuevamente.
Todo final es fruto de un inicio, la envidia a menudo trae a lo insufrible, a un ego de altos vuelos y a unas conductas difícilmente asumibles para el entorno, es superable, es sanable, hace falta mucha decisión pero, !hace falta mucho valor!
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