¿Fiel o leal? ¿A otros o a ti misma?

fidelidad y lealtad

Antes se relacionaba la fidelidad a la pareja y la lealtad a las causas nobles. Desde la Inteligencia Emocional Aplicada, consideramos que la fidelidad es un compromiso, un sometimiento y una promesa a cumplir que hacemos a los demás, sea de pareja, laboral o social. La lealtad, en cambio, es un acuerdo, un asentimiento de apoyo y de ayuda que ofrecemos en un valiente acto de compañerismo.

Fidelidad y lealtad vienen marcadas por diferentes orígenes. La primera, por la confianza hacia otro –sincera o inducida– y la segunda, por el respeto y apoyo desinteresado a otra persona. Así pues, podemos percibir que la fidelidad es un acto, un comportamiento. En cambio, la lealtad es un profundo sentimiento ético.

El fiel se somete a su compromiso, el leal asienta en su decisión.

¿Se puede comprar la fidelidad? ¿Y la lealtad? Está claro que la primera sí se puede adquirir aún cuando no se fomente, porque es una demanda. A diferencia de la lealtad, que es una oferta ejercida desde la libre voluntad.

Se puede ser infiel, pero leal. Pero no se puede ser desleal y fiel.

¿Cuál es pues la fidelidad más importante en nuestra vida? Sin duda la que nos ofrecemos a nosotros mismos. Esa que hace que tomemos decisiones confiando en nosotros, dejando atrás miedos y culpas bloqueantes.

¿Qué supone ser fiel a uno mismo? ¡Pues mucho! Especialmente, se trata de un compromiso de amor a nosotros mismos, de que procuramos ser nosotros y no, el personaje creado por nuestra personalidad, por nuestro ego. La fidelidad es nuestra capacidad espiritual de cumplir con nosotros mismos, aún cuando no guste a los demás.

¿Qué compromisos de mejora personal tienes contigo misma? ¿Cuál es la lealtad más importante que podemos ofrecer? La que demos a otros sin otro interés que el de dar. Al dar ya hemos recibido. ¡No hay dicha mayor que poder dar a quién uno decidió!

La fidelidad la podemos imponer, pero la lealtad es un sentimiento que podemos fomentar, pero que no podemos construir desde la nada, requiere de una historia, de una ilusión.

La fidelidad es dar cumplimiento a las promesas. Prometer es una acción personal, propia de cada uno de nosotros; revela una gran soberanía de espíritu, ya que elige decidir hoy lo que se va a hacer en adelante, bajo condiciones que no se pueden prever. Es un contrato con condiciones.

La lealtad es la capacidad espiritual de ofrecer soporte a una persona desde el respeto, la gratitud y el compañerismo. Es un acuerdo de aceptación incondicional.

¿Te sientes más fiel o leal?

Con afecto, dedicado a Lu Cruz.

Foto: Roman Kraft. Unsplash.

El ‘feeling’, la confianza natural

¿Qué es el feeling y qué nos aporta?

El feeling lo podríamos definir como una emoción indescriptible de confianza que, sustentada en el tiempo, se convierte en sentimiento y se arraiga. A lo largo de la vida, nos damos cuenta de que con unas personas el feeling se ha dado desde el primer momento, y, en cambio, con otras no ha sido nunca. ¿Cuál es el motivo? ¿El feeling es siempre correspondido?

Esta sensación es hija de la intuición, esa cualidad tan poco conocida pero tan auténtica que tenemos los seres humanos. Está en todos nosotros, aunque con diferente potencial y desarrollo. No todos tenemos la misma intuición.

El feeling despierta en nosotros confianza, genera ilusión, empatía y fortaleza en las relaciones personales, también a las profesionales. Es como si, de golpe, caen las barreras de la desconfianza, fruto de las malas experiencias que llevamos acuestas y con las que nos acostumbramos a comparar. Es como si, por fin, encontramos en quien descansar nuestras cosas sin que el pasado nos pase factura. Es un rayo de sol perenne en nuestras vidas. ¡El feeling mueve montañas!

Además, lleva consigo comportamientos de solidaridad, de interés por otros, de motivación y de bienestar emocional. Es una esperanza argumentada que fomenta el compartir, que aporta seguridad y nos ofrece esa energía necesaria para tener paz interior.

Cuando hay feeling sabemos que no estamos solos.

Pero ¿es siempre correspondido?

Si no lo es, se convierte en la expectativa de que podríamos tener una relación de confianza con una determinada persona. Pero la realidad es que no podemos confiar porque solo nosotros lo sentimos.

El feeling es de ida y vuelta. Es un feed-back emocional muy profundo y, en general, muy duradero en el tiempo, porque la confianza genera más confianza.

Démonos cuenta cómo con las personas que tenemos feeling somos más tolerantes y, a menudo, incluso justificamos sus errores, porque así ofrecemos una vida más larga esa relación feeligniana. Protegemos la confianza con generosidad, sin exigencias y desde la preferencia somos más benevolentes.

El feeling es fuente enorme de placer y estabilidad sentimental. Es una evocación a nuestro instinto más auténtico, al de que somos seres sociales que dependen unos de otros, que viven en continua conexión energética.

La energía que fluye entre seres que sienten feeling es de una extrema sinceridad, de una ingenua y desbordante transparencia. Encontramos en el otro aquello que nos llena, aquello que nos induce a ser felices. Encontramos aquella complicidad que nos invita a estar presentes en cada encuentro, en cada pensamiento.

Cuando sentimos feeling podemos creernos afortunados, somos queridos y respetados, por nosotros y por el otro. Nos sentimos reconocidos por lo que somos, no por lo que tenemos o hacemos. El feeling reconoce nuestra grandeza por ser, sin más.

Como todo en la vida, la medida está en nosotros, si ansiamos feeling con muchas personas es que estamos en demanda de energía o de amor, el que no nos damos a nosotros mismos y que anhelamos de los demás.

Si nuestra capacidad de sentir feeling es con unas pocas personas, será de calidad y auténtico, no habrá demanda, habrá oferta de energía, que será devuelta por esa magia que producen las emociones bien gestionadas, bien llevadas.

¿Te produce feeling este post?

Dedicado con estima a Berta Gómez.

Foto: Piscilla Du Preez. Unsplash.